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lunes, 17 de septiembre de 2012

Pasión de madrugada

Fotografía: Maravilla Martínez (a la derecha) impacta una izquierda a Chávez Junior / Record.com
Junior recordó que se llamaba Julio César Chávez en el último instante. Habían pasado once asaltos de la nada más dolorosa para el hijo del llamado "César del Boxeo". Desde su esquina, Chávez Senior veía con impotencia cómo se consumía su discípulo. Derrotado en lo físico, abatido en lo moral, el mexicano apenas había sido cómplice de la exhibición de Sergio "Maravilla" Martínez. Pero le bastaron dos minutos -los dos finales- para salvar su honor. Con el obligado peso de sus genes atacó y sólo entonces acertó con sus guantes en la cara de Maravilla. Al suelo el argentino. Argumentos para Chávez de pedir una revancha que nadie hubiera solicitado hasta entonces. Se agarró Martínez y pese a los golpes recibidos sentenció la pelea. Victoria clara, unánime, a los puntos en un enfrentamiento de pura pasión.

Largo tiempo buscado el duelo, ambos púgiles vendieron guerra desde sus palabras. En ese juego de fanfarronería tan propio del boxeo, el combate se tiñó de personal. En liza un Campeonato del Mundo, el del peso medio del Consejo. Para muchos, lo de menos entre tantos títulos -no todos destacables- como hay. Del morbo generado en la previa poco quedó en el cuadrilátero, Hubo más deporte que rabia, y en ese contexto Chávez Jr. bailó al son de Maravilla Martínez durante once capítulos. Pero en tiempos modernos las grandes historias se escriben a doce...

El boxeo se mostró entonces en su esencia más básica, que es la del deporte mismo. La derrota camina sólo un segundo por detrás de la victoria, lo que tarda en llegar una mano, un golpe. Cayó Maravilla y calló Argentina. La cuenta de protección y los nervios durante un largo minuto... Sergio supo levantarse, agarrarse y, aún conmocionado, defender su corona. Aquella que ya perteneció, años atrás, a su compatriota y mito Carlos Monzón.

Inteligentemente buscado, con el propio Monzón arrancó la madrugada boxística española. Marca TV, la única cadena estatal que apuesta por el pugilismo en abierto se superó. A través de su programa "La Noche del Boxeo", Jaime Ugarte y Emilio Marquiegui retransmitieron en directo la velada completa del Maravilla-Chávez Jr. El horario no le pesó a los aficionados. La cadena mejoró sus datos con una cuota de pantalla media del 11´78% y un máximo del 20´2% durante el momento álgido del evento. Debe(mos) estar agradecidos a Marca Televisión. Y felices por haber disfrutado de un espectáculo tan apasionante.

martes, 15 de mayo de 2012

Intrahistorias de boxeo anónimo


De una manera un tanto anónima se celebró este sábado una velada de boxeo en el gimnasio Garden Training Center de Torrejón de Ardoz (Madrid). Un encuentro amateur, como muchos otros en España, que vino a significar mi debut como espectador. Y con el mío, el de un grupo de amigos, indirectos objetos de la entrada. Especialmente aquellos que reconocieron su escepticismo "a priori" hacia este deporte. El "a priori" es uno de los más duros rivales del boxeo. Por suerte, esta vez fue noqueado ponto. Unánime veredicto final: habrá segunda vez.

Publicitada mi afición al pugilismo, no sorprende que disfrutase de lo visto. Por ello, esta intrahistoria se centra en la reacción de los neófitos. Reacción que tiene más de positiva habida cuenta de las peleas organizadas. Un encuentro amateur, entre contendientes aún en formación. Quizá menos llamativo, menos seductor que un combate del escalón superior. Pese a todo, mis temores se disiparon con el primer asalto. Amateur o profesional, todo lo que envuelve a un ring engancha. El ambiente -muy buena entrada-, la espectacularidad, el juego de tácticas, la estética propia del esfuerzo y más allá de todo, la deportividad. Cinco puntos, cinco valores, que los más reacios niegan al boxeo en su afán por desterrar este "noble arte".

En sí, la extensa velada deparó cantidad de argumentos a los aficionados. Aunque primó el ataque sobre la defensa, cada lucha ofreció su propia lectura. Dentro de un nivel más que respetable, se hizo común la variedad. De la estrategia calculadora a los más ofensivos embates. En total ocho enfrentamientos a tres asaltos de tres minutos cada uno. Como pelea de fondo, la única de categoría neo-profesional. Más larga -cuatro "rounds"- y sin las protecciones características del amateurismo. Un experto podría dar razón técnica de cada púgil. Yo, menos ambicioso, me quedo en la esencia de un espectáculo que merece y debe ser difundido. Un combate reglado, hombre contra hombre, en el que prima el respeto: al rival y al árbitro. Los escépticos salieron del gimnasio convencidos. El boxeo había ganado nuevos seguidores. De seguir su ejemplo, muchos críticos se llevarían una sorpresa. Sólo deben atreverse a vencer sus prejuicios; esos ciegos "a priori".

Fotografía: Imagen de boxeo amateur / Vivelohoy.com

viernes, 10 de febrero de 2012

"'La Noche del Boxeo"


"Simplemente con emitir buen boxeo, bien explicado y con regularidad, se consigue mucho público y fidelidad a la cadena". Sencillo de explicar, pero nada fácil de lograr. Así podría resumirse la filosofía de MarcaTV en favor del deporte de las 16 cuerdas. Diez Minutos Sin Fútbol ha hablado con uno de sus protagonistas, Emilio Marquiegui, quien junto a Jaime Ugarte presenta cada semana "La Noche del Boxeo". Emilio, además, dirige el portal Espabox.com y su conocida guía anual, así como colabora activamente en el grupo Marca en cuestiones boxísticas. Incluso se atreve, en clave de humor, con el espectáculo de la Lucha Libre en Eurosport.

La relación entre boxeo y MarcaTV nace casi al mismo tiempo que lo hace la cadena televisiva: a finales de 2010. Emilio, economista de carrera y entrenador por título, revela los motivos de esta pronta apuesta: "Es un deporte espectacular y tiene gran potencial de audiencia". Un potencial que Marca encontró casi en exclusiva ya que hasta su entrada, a nivel nacional "no había televisión en abierto. Solamente en Eurosport o en otros canales de pago, así como en cadenas locales o alguna autonómica".

Muy pronto, el espacio presentado por Jaime Ugarte y Emilio Marquiegui consiguió hacerse fuerte en la parrilla de programación. Primero en fin de semana y posteriormente entre diario. Medias de 200.000 espectadores en varias emisiones y picos de más de un millón dan buena nota del nivel de seguimiento. Emilio insiste en la importancia de la didáctica: "El mérito está en el propio espectáculo del boxeo; en conseguir cultura pugilística para todos y en explicar bien el producto para que la gente se enganche".

"Un periodista -continúa- ha de hablar de la realidad, de un deporte como otro cualquiera. Aunque esté dotado de unas características de pelea que pueden chocar a los más sensibles", asevera al preguntarle el modo de convencer a los ajenos al boxeo. "Con el tiempo, el público se da cuenta de la belleza del noble arte, de su emoción, y de su consideración como mero deporte". En cambio, reconoce "que a los muy reacios será complicado convencerles".

El objetivo de llegar al público con emisiones de calidad no es tarea gratuita, nos reconoce Emilio Marquiegui. La faceta periodística se ve obligatoriamente ligada a la económica en el día a día. Por ello ofrecer citas históricas o de máxima actualidad supone "un esfuerzo muy importante, que en las condiciones económicas actuales no siempre se puede llevar a cabo como quisiéramos". 

Pero los combates internacionales no restan peso al pugilismo nacional en "La Noche del Boxeo". El espacio nocturno tiene al deporte español como otro de sus ejes. Sin televisión, nuestra vasta tradición social en este campo se había visto relegada. La llegada de Marca fue la respuesta a la indiferencia mediática. La emisión de veladas en directo y la información, con el apoyo de "las redes sociales", han sido claves: "En 2011 ha habido un mayor número de boxeadores en activo que en cualquiera de los últimos veinte años. La afición ha crecido mucho principalmente por el empuje de la televisión".

"Hemos de ser optimistas con el futuro. En peores situaciones en los últimos años nos hemos encontrado", cierra Emilio Marquiegui en la previa de lo que será otro fin de semana de buenos combates. 2012 se presenta como un año ilusionante para el mundo del boxeo y MarcaTV, a buen seguro, estará presente.

FOTOGRAFÍA: Emilio Marquiegui y Jaime Ugarte

martes, 17 de enero de 2012

Ali: The greatest


Pega duro la vida. Inmisericord
e, desgasta al contrincante hasta reducirlo, en el más doloroso de los casos, a la añoranza de un ayer de gloria con que poder olvidar un presente ahogado. Con sus recuerdos, cuidado y querido, ha recibido hoy Muhammad Ali su 70 cumpleaños. El mismo boxeador que desesperó a tantos rivales por esquivar sus ataques, no pudo repeler el zarpazo que le lanzó el Parkinson.

La enfermedad, como la vejez, humaniza el retrato vital de quien la soporta. Tachado de payaso por sus desconcertantes maniobras autopublicitarias en su juventud, enjuiciado con rabia en el pasado, a Ali se le trata hoy de una forma muy distinta: a través de los ojos de la tristeza. Porque si fueron muchos quienes le amaron, fueron más los que le repudiaron. Una personalidad demasiado incómoda para una sociedad acostumbrada a la costumbre, demasiado estrambótica para la llanura popular, demasiado estúpida para muchos. 'El fanfarrón de Louisville', decían de él. 

Él es aquel que renunció a llamarse Cassius Marcellus Clay por ser su 'nombre de esclavo'. El mismo que se empeñó en vencer siempre el combate que le enfrentaba a la indiferencia. Esa misma indiferencia que condenó a Sonny Liston, el púgil-juguete de la mafia convertido en campeón y que soñó con rehabilitarse gracias a un apoyo social jamás encontrado al bajarse del avión de estrella en Filadelfia. La indiferencia que también condujo a la pobreza en su última etapa al ahora recordado Joe Frazier. Muhammad Ali, con la publicidad de su lado, y con un talento y capacidad física fuera de lo común, logró llegar a la cima del boxeo.

Dicen de él que fue el púgil más grande. 'The greatest', le llamaban. Se coronó en febrero de 1964, al reducir a la nada al campeón de los pesos pesados en título, que no era otro que el propio Liston. La revancha duró menos que los 'dos peces de hielo' que verbaliza Sabina. Pero tan rápido como llegó arriba, se autodefenestró, con sus actos, en la América de los 60. 



Su adhesión religiosa y activa a la Nación del Islam y su negativa a enrolarse en las filas del ejército americano para luchar en Vietnam le hicieron caer en desgracia. Desposeído de su título mundial por ese motivo, quedó a las puertas de la cárcel. Tardó en llegar una amnistía que vino apoyada por el deseo estadounidense de acabar con la masacre asiática. Con otro cuerpo, más pesado, menos grácil, volvió al ring en 1971 en el Madison Square Garden de Nueva York. Allí donde le esperaba un crecido Joe Frazier. Dos invictos frente a frente. Aquel día besó la lona con una izquierda de Smokin' Joe que quedó grabada en la memoria fotográfica. 

La derrota dio pie, años después y mediado un segundo choque de menor nivel, a uno de los hitos del boxeo: el 'Thrilla in Manila', de 1975. La apoteosis que le volvió a situar en una cúspide nunca igualada. Entre tanto, otro hito con nombre de película: 'Ramble in the Jungle' de 1974: o la idolatría de la comunidad africana por Ali en su victoria ante George Foreman en Zaire. Campeón del Mundo por segunda vez.

Llegó un tercer campeonato, en 1978, tras una derrota en la enésima retención del título. Desde ahí, en una cuesta abajo lógica tras dos décadas de carrera, hasta su retirada definitiva en 1981. Y ese mismo año, un triste anuncio: padecía Parkinson, enfermedad degenerativa. Su castigado cuerpo acogió ese golpe con entereza, agarrado a la tabla del orgullo. Temblorosa su mano que no su fe, encendió en 1996 el pebetero que alumbró los Juegos Olímpicos de Atlanta en un gesto de vitalidad encomiable. Desde entonces lentamente, muy lentamente, recreando sus recuerdos en familia con viejas grabaciones, se consume su energía. Ya no pica la abeja ni vuela la mariposa, (rememorando aquel lema ideado por el propio Ali) pero su naturaleza de campeón le hace aguantar en las cuerdas: The greatest. Mis respetos.  

martes, 8 de noviembre de 2011

Guantes de gloria y dolor


Belleza, lucha de honor, violencia... Abierto a un sempiterno debate sobre su naturaleza, el boxeo se muestra como un mundo apasionante. La muerte del campeón mundial Joe 'Smokin' Frazier ha conseguido devolver, aunque sea por unas horas, el mundo de los cuadriláteros a la primera plana del espacio mediático. Pero, ¿qué ocurre con este deporte?

A pesar de estar fuertemente contaminado por sus contrarios, el boxeo engancha. Imanta. Va mucho más allá de la reduccionista visión de dos personas guante con guante intercambiando golpes en un cuadrilátero. Y digo que va más allá porque si prima la fuerza, no lo hacen menos la habilidad y la inteligencia para marcar una estrategia de ataque, defensa y gestión de los tiempos. Ver un buen combate es, en resumen, un perfecta demostración de las habilidades humanas y de la propia estética de sus movimientos. 

Hace unos días hablaba del fútbol americano y de mi acercamiento a él. Algo parecido, aunque con mayor fuerza, me ha sucedido con el boxeo, al cual, de un tiempo a esta parte, me siento muy atraído. En parte se debe a la estupenda labor de difusión de Marca TV, que es justo premiar aquí. Porque el boxeo, como todos los deportes ricos en matices, requieren una buena enseñanza. Sólo desde el conocimiento se puede valorar como se merece un combate.

Pero hablar de boxeo no es hablar únicamente de deporte. Es hablar de su  profusa narrativa y poderosa estética para escritores y guionistas que lo tienen como fuente de inspiración. No pocas novelas y películas han sabido plasmar con brillantez la historia de púgiles que tornaron sus tristes orígenes en gloria -pasajera las más de las veces- a través de sus guantes. Uno de ellos, Joe Frazier, se ha ido después de dejarnos varios de los combates más importantes de la historia. En el recuerdo, sus batallas con Muhammad Ali o George Foreman, que como aficionado recomiendo ver. A quien no las conozca, me atrevo a decir que le gustarán.

Fotografía: 12asaltos.com


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