lunes, 25 de junio de 2012

Lágrimas en Valencia


Llegué con retraso, cual vuelo low-cost, a la fiesta por el espectacular triunfo de Fernando Alonso. Todo porque no pude ver en directo el Gran Premio de Valencia. Imposible seguirlo a su momento; al menos, pensé, es una de las citas más aburridas del año. Cruel o no, su fama venía justificada por las tediosas ediciones previas. Pero me tragué mis palabras con alegría. Pasadas 57 vueltas, Alonso lloraba de emoción. Su victoria había entrado directamente en el archivo del deporte. Posiblemente la mejor carrera en la vida del asturiano. Colateralmente, una de las mejores carreras de Fórmula 1 en mucho tiempo. En seco; para mayor mérito. El Mundial de 2012 no deja de sorprendernos. ¿Qué será lo próximo?

Si aporta valor disputarse en seco, más añade celebrarse en Valencia. Mi opinión de aficionado, que es la de muchos, es considerar su moderno trazado uno de los peores del Mundial. Precioso en su planteamiento previo, infladamente insostenible en su financiación, erróneo en su diseño. Paraíso de las pruebas sin adelantamientos; argumento, año a año, de los contrarios al motor. Ni un ápice de valor de esta edición se lo debemos al circuito, igual de incómodo que siempre.

Hoy se escribe mucho y muy detallado gracias a lo imprevisible de este Mundial. La temporada más intensa en años por la igualdad entre equipos y pilotos. Un campeonato que ofrece la imagen de un Caterham dañado disputando la posición a un Ferrari también dañado (de Massa, se sobrentiende). A golpes, rueda contra rueda y entre fallos humanos y mecánicos, la anarquía. La falta de un guión definido en la pista. Difícilmente verá Valencia en su próxima edición -habrá alternancia anual con Cataluña- tantos adelantamientos de nuevo. En el "Román Paladino" del motor, un "carrerón". Aunque no pintara nada bien de inicio. Con Fernando Alonso situado en la undécima plaza, lindando su posición en parrilla con Castellón. En cabeza, Vettel y Hamilton. Parecía resuelto antes de comenzado. El primero se escaparía y el español tendría que recuperar en la salida y en boxes. Entre medias, impotencia por no poder adelantar a rivales más lentos. Quizá otro año. No en este.

 

Al piloto asturiano le tocó realizar lo que algunos llaman épica y yo, menos poético, sencillamente remontada. Nada sencilla de conseguir. Uno a uno, Alonso fue sobrepasando monoplazas a dentelladas. Con una agresividad aumentada en él, hasta al relanzarse la carrera tras el coche de seguridad. Entre ataques vio como Vettel tiraba sus guantes más lejos de lo que llegaba su roto Red Bull. Golpe de suerte y líder. Tocaba resistir como supo hacer hasta destacarse al frente del Mundial. Luego vinieron las lágrimas. Me impacta, lo reconozco, ver a un bicampeón del mundo celebrando un triunfo como si fuera su tercera corona. No era un festejo más, ni sus gestos, rutinarios. La vuelta de honor con parada ante su público, el podio, la foto con los mecánicos al modo de cierre de temporada... Nada de galería: "La victoria más emotiva de mi carrera. Ayer estaba triste por la afición, pero hoy he podido pagar un poco de ese esfuerzo que hacen", aseguró.

De la temporada de Fórmula 1, poco que añadir. Basta decir que ha sido el propio Fernando, a la octava cita, el primer piloto en repetir victoria en 2012. Hace un año Vettel elegía ya dónde ser campeón. Ayer su gesto no invitaba a pedirle un autógrafo, pese a ir liderando hasta su abandono. No olvido que también ayer, a caballo entre el baile de abandonos finales y una gran actuación, Michael Schumacher volvió al podio. Bienvenido, "Kaiser". Que siga la Fiesta. Próxima parada, Silverstone.

Fotografías: EFE/ La Voz Libre.com

martes, 19 de junio de 2012

24 Horas de Le Mans: Una historia de ilusión


No encontrarán aquí un resumen deportivo de la carrera. Tampoco verán un análisis evolutivo. Únicamente descubrirán una historia de ilusión. Que dirían los cursis es el motor del mundo. Añado yo, y el sentido de esta página. Ilusión por conocer uno de los mayores hitos del deporte. ¿El mayor? Puede ser, pero este debate temo no tenga respuesta absoluta. El título no engaña; hablo de las 24 Horas de Le Mans de automovilismo. Allá donde tradición e innovación hacen pareja, donde la emoción juega en los límites del peligro, y donde, invariablemente, reina la belleza. 

En el camino a la ilusión debo advertir cuán despacio avanza el calendario hacia junio de 2013. Resulta aún más curioso si se contrasta con el pasado fin de semana. Del sábado al domingo, en un suspiro, se consumió la octogésima edición de Le Mans. Ganó Audi con un prototipo de tecnología mixta híbrida (diésel, para más señas). El futuro, hoy. De nuevo el deporte de motor se muestra a la sociedad como un elemento de avance tecnológico.

Se equivocan quienes consideran Le Mans una mera carrera de resistencia. Efectivamente es una prueba de competición, pero el yerro viene por la visión reduccionista. Las 24 horas son la excusa para desarrollar un mundo alrededor del circuito. Por junio, el trazado de La Sarthe vive una fiesta. Aficionados de mil y un orígenes convergen en el noroeste francés. Música, exposiciones, convivencia a pie de grada... Y una noria, icono costumbrista de la noche más apasionante. El paraíso de los móviles multimedia; una fotografía o un vídeo con que probar que "estuve  aquí". Año tras año, la atracción se colapsa de aventurados a descubrir los 13.629 metros del circuito desde las alturas. Si mi propensión a la tierra firme me lo permite, yo también subiré. ¿Qué se sentirá? Bendita duda. Porque si París bien vale una misa, Le Mans bien vale una noria. Y ambas ciudades no están muy lejos, por cierto.


Licencias personales aparte, resta una larga cuenta regresiva hasta la salida de las 24 Horas de Le Mans 2013. Mientras lentamente llega el momento de descubrir la recta de Les Hunaudières, el puente de Dunlop o las curvas Porsche, queda la televisión. Y es de justicia reconocer la extraordinaria narración de Javier Rubio, Tomás Saldaña y Santiago Ayala -este último durante la madrugada- en Eurosport. Desde aquí mi felicitación por saber trasladar la intensidad y pasión que esta cita merece. Ayudando, incluso, a vencer los límites del sueño.

Miro el calendario y no avanza. Ya lo hará. Llegado el día, espero acertar a transmitir el cúmulo de sensaciones descubiertas a lo largo de mucho más que 24 horas. Eso será el próximo año.

Fotografías: Lemanslive.com/autocasion.com

miércoles, 6 de junio de 2012

Balonmano bipolar


Resulta que un gol inesperado en diciembre dio un título de liga celebrado en junio. Fue del Barcelona al Atlético de Madrid en el por entonces novedoso coso balonmanístico de Vistalegre. Para más inri lo marcó el húngaro-hispano-húngaro (esperpento patrio su nacionalización no "consumada") Laszlo Nagy. En diciembre, y como si nada hubiera servido desde entonces, valió toda una Asobal. Qué absurdo se supone. Y hasta cierto punto lo es, porque ni la derrota ante el Atlético en el partido de vuelta quitó al Barcelona un título concedido por un gol. No lo vean los lectores como igualdad. Es más grave. 


La tabla de la Liga Asobal marca 30 partidos. En la lucha por el campeonato sobraron 28. Significativa proporción. Es asumir que el balonmano vive una exagerada bipolarización: dos dominadores y catorce equipos que luchan por respirar. Todos menos el Barcelona y el Atlético de Madrid -rescate del ya inviable proyecto del Ciudad Real-, sufren por igual los azotes económicos. Quien no dispone del apoyo de un gran conglomerado deportivo-social, apenas sí subsiste.


El sistema exige una variación cuando el tercer clasificado, histórico de nuestro deporte, el Reale Ademar León, planteó ir a la huelga en el último partido por impago de nóminas. 550.000 euros de una deuda cuya mayor parte procede de administraciones. No hay dinero para sostener lo construido. Problemas financieros. Como los de un Cuatro Rayas
 Valladolid, que años atrás estuvo a un gol de la final de la Copa de Europa -maldito 7metros-. Hoy su nueva meta, en palabras de su presidente Dionisio Miguel Recio es reducir y aguantar, 'porque lo prioritario es amortizar deuda'.

Los aficionados al antiguo Portland San Antonio recordarán los años de grandeza. Campeones de Europa, incluso. Hoy un gran jugador de nuestra liga, el pivote Gedeón Guardiola deja la estructura del San Antonio para jugar en la pujante Bundesliga. La situación es tal que el deportista perdona la deuda contraída por el club navarro a fin de disponder de la carta de libertad. Y aún más, Gedeón reconoció que se iba a Alemania 'porque aquí la situación está muy mal'. Podríamos continuar...


Mal el balonmano masculino. Pero aún con la difusión que no disfruta la versión femenina. Me sirvo del testimonio de una jugadora: 'dice la prensa que el balonmano masculino está en crisis. Menos mal que el feme
nino va por buen camino', afirmaba en tono jocoso. Audiencias, patrocinadores y recortes se vuelven más cruelmente selectivos en perjuicio del deporte femenino.

En el polo positivo, un intangible: el talento. A pesar de todas las contrariedades el balonmano español logra más de lo que podría suponer su estado. Especialmente brillante lo referido a las selecciones nacionales, al menos en su categoría absoluta. Tenemos el privilegio de celebrar regularmente los éxitos de España en balonmano. Las llamadas "Chicas de Oro" se sumaron a la fiesta en el pasado Mundial. Deportivamente disfrutamos de una generación magnífica. Hasta el punto de utilizar al talentoso central Carlos Ruesga en la Selección Española B. Tal es nuestro abanico de jugadores. Pero detrás de las medallas pasadas y futuras, la Liga Asobal, base de este deporte, se resquebraja. Y pierde toda lógica si "sobran", por saberse el resultado a priori, 28 de sus 30 partidos.



Fotografía: Rueda de prensa del Ademar para denunciar los impagos /elmundo.es






lunes, 4 de junio de 2012

Insensatos

Hemos paladeado el éxito reciente de nuestro deporte obviando la inviabilidad de su propio sistema. Nos hemos servido de medallas, trofeos y victorias para hablar -con justicia- de "época dorada". Pero sólo al sufrir los embates más duros de una crisis mundial hemos desvelado la nula sostenibilidad económica de múltiples proyectos deportivos en España.

No hay disciplina que no doble la rodilla ante el empobrecimiento social. No lo logra ni el fútbol, sostenido en gran medida por la adocenada anuencia de la Hacienda pública. Pan y circo en dosis selectas; las deudas balompédicas alcanzan niveles lacerantes para el erario público. 


Mas reconduciendo el sentido del texto, la tan mentada crisis se revela inmisericorde con los más débiles. En la vida y en el deporte, estos son los primeros en caer, parcial o completamente. Concretando, hablo de aquellos 
equipos reconstruidos por y para el cortoplacismo. Entidades modestas que un día quisieron vivir a la manera de club grande. Insensatos excesos que nos arrojaron a los pies del caos. Nadie alzó la voz en la complaciente década pasada cuando se aceptó el progreso desmesurado. La desaparición del colchón financiero público-privado descubrió las cartas de cada proyecto: muchos jugaron un gran farol. Cuestión de tiempo que quedasen incapacitados. Una vez ocurrido, los éxitos del pasado se tornaron en impagos, reducción de plantillas e incluso la desaparición.

El úl
timo club herido de muerte es el reciente campeón de la Euroliga de baloncesto femenino: el Ros Casares. La directora general del club valenciano, Carmen Lluveras dejó claro que "en la situación económica actual proyectos como este, en la élite del baloncesto, son inviables". Los integrantes y los aficionados del histórico referente femenino aguardan el salvavidas de un nuevo proyecto. Sería, de producirse, un concepto menos ambicioso.

Como su ejemplo, tantos. Sufre el baloncesto también masculino, sufre el balonmano -cuyo caso analizaré próximamente-, el ciclismo, el rugby... Sigue creciendo esta dolorosa lista. Culpables los dirigentes por plantear lo que la razón desaconsejaría. Pero no son responsables únicos. A la postre, el deporte se ampara en el ejemplo social. Gobiernos, empresas e instituciones, con unas cuentas escandalosamente hinchadas. Todas ellas afrontan hoy deudas millonarias. Nadie, ni gestores políticos ni gestores deportivos, supo, ¿quiso?, ¿pudo? hacer regir a la cordura.


Por todo ello el futuro pasa por la lógica. Que sea la sensatez, y no la vanidad, quien guíe el desarrollo de los proyectos deportivos.
Pocos siguieron el ejemplar proceder que ya expuse del Real Velo Club Portillo. Un club ciclista modesto, que supo replantear su sentido antes de que lo hiciera la crisis. Refundarse antes de morir ahogado. Una gota en el desierto de la insensatez que llaga nuestro deporte.


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