viernes, 27 de julio de 2012

De Barcelona a Londres: más que simples medallas

Fotografía: Estadio de Montjuic, en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona
Hace veinte años y dos días una saeta de fuego alumbró la nueva era del deporte español. Esa preciosa imagen, mil veces repetida hoy, sucedió en Barcelona. Su protagonista, el atleta paralímpico Javier Rebollo. Cargado su arco, atinado su pulso, lanzó su flecha al centro mismo del pebetero del Estadio de Montjuic. Acababan de comenzar los Juegos Olímpicos de Barcelona. La historia de su historia se remonta cinco años más atrás; en concreto al 18 de octubre de 1987. En aquel día de otoño la ciudad catalana fue designada sede de la edición de 1992. O dicho de otro modo, fue declarada el motor del cambio deportivo nacional.

A ojos del mundo España debía/quería mostrar su mejor cara. En ese contexto se dio el gran paso en favor del deporte español sabido su impacto social. El amateurismo más improductivo que sustentó otras décadas dio lugar al profesionalismo en un primer grado de desarrollo. A través de una partida económica importante nació, como base del proyecto, el programa de becas ADO (Asociación de Deportes Olímpicos). Desde su origen buscó dotar al atleta de los recursos suficientes para su plena dedicación deportiva. Ni fue perfecto entonces ni lo es aún hoy, pero supuso un avance difícilmente calculable.

Puede decirse que aquel plan de becas situó a España en el S.XXI del deporte, pese a nacer en 1988. Acortamos la distancia organizativa que nos separaba de otros países; Barcelona así lo mostró. Que cada deportista pudiera dedicarse en exclusiva a su prueba, con los medios precisos en las instalaciones precisas fue clave. Añadir el otro concepto de base, el evidente factor motivacional de competir en casa. El medallero dio la razón al nuevo ADO, con un total de 22 medallas, cifra entonces impensable. En la edición anterior -Seúl 1988- apenas se sumaron 4 metales.

Han pasado 20 años y hoy Gran Bretaña quiere sorprender al mundo. Su tan cuidada ceremonia de apertura marca el comienzo formal de los Juegos Olímpicos 2012. En ellos España se juega, intramuros, un diagnóstico de la viabilidad de su sistema, aquel nacido para Barcelona´92. La crítica situación económica sirve de contexto actual, en el que disciplinas olímpicas agonizan día a día. Desaparecen equipos por asfixia económica, sufre la cantera ante la falta de recursos. Y se reducen las becas, como explica el atleta Carles Castillejo a esta página. No hay dinero.

Panorama desolador que a priori se revela más grave en los Juegos de Rio de Janeiro 2016. Ello no frena los ánimos de quienes apuntan las previsiones de medalla para los presentes JJ.OO. Habituales las quinielas olímpicas, a las que todos nos sumamos. Interesantes y peligrosas a partes iguales. No tanto por un posible error en el cálculo cuanto sí por las reacciones posteriores. 

Fotografía: Combinado español de natación sincronizada en plena actuación en 2011/Heraldo.es
En una sociedad como la española más propensa al fanatismo que a la afición, ofrecer "medallas seguras" es un riesgo. Riesgo a explotar esa extraña faceta que cuestiona el trabajo de deportistas olvidados durante cuatro años. Sin conocer sus condiciones de entrenamiento ni sus recursos, sin conocer incluso sus nombres en muchos casos, se exige cumplir los resultados previstos. Pregunta abierta: ¿previstos por quién?, ¿con qué conocimiento? No todos los pronósticos tienen validez.  

Los Juegos Olímpicos, como cualquier competición se centra en los resultados. De ahí surgen las becas, los patrocinios y los contratos. No pretendo pedir que las becas vengan de un entrenamiento duro; se necesitan logros. Pero el juicio a esos resultados deben alcanzar sólo hasta los límites del respeto al competidor. De ese concepto tan volátil como "medalla segura" pueden sobrevenir engaños: ¿Qué plantear si, por ejemplo, España no logra medalla en natación sincronizada? Un error, un desajuste inapreciable en tiempo real... Pocos se habrán preocupado por este conjunto antes de Londres, de sus muchas horas de trabajo, de lo que supone la dedicación exclusiva al entrenamiento. Muchos serían, en cambio, quienes criticasen para mal en caso de fallo.

España no se juega como país 15-20 medallas olímpicas en 2012. La cuestión va más allá: un diagnóstico de su situación deportiva. En especial de aquellas disciplinas menos populares en otros escenarios. Plantear su estado actual y analizar su viabilidad futura. Buscar el modo de asegurar la pluralidad para hacer frente a la crisis. Un fallo, el que lleva al deportista de la medalla al sexto puesto, no debe ser el motivo de análisis. Sí la prestación global; esa debe ser la lectura que hagamos de Londres. Sean las medallas que sean, aunque mantenga mi optimismo relativo. Arrancan los Juegos Olímpicos de Londres. A disfrutar del deporte.

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