domingo, 1 de enero de 2012

Grandeza y muerte en el Dakar


Pensaba comenzar año y entrada hablando de las glorias del Rally Dakar. Pero una noticia trágica ha truncado las tempranas ilusiones. Esta carrera, tan grandiosa como arriesgada, ha vuelto a teñirse de luto. En su primera etapa, en apenas unos kilómetros, el motorista argentino Jorge Martínez Boero ha perdido la vida víctima de un accidente. Nuevo golpe al Dakar, que cada año nos muestra su crudeza del peor modo posible. Descanse en paz el piloto argentino. 

Quería hablar de los pilotos modestos, los que se atreven con esta magna competición sin el apoyo de grandes marcas y con el único fin de vencer sus límites y sobrevivir al desierto sudamericano, meta para la que han hipotecado una buena parte de sus ahorros. Quería hablar de su sana locura al prepararse durante todo un año para 15 días de sufrimiento. Pero el Dakar no puede entenderse sin el peligro real; nada es apariencia como lo demuestra la trágicamente extensa lista de fallecidos en competición. Este rally-raid enfrenta en dos semanas la resistencia física y mental de los pilotos a los límites más exigentes de la naturaleza.

Situaciones como este desgraciado fallecimiento refuerzan el grado de solidaridad que vive la hoy sudamericana cita. Las fundaciones de ayuda desarrolladas desde esta carrera son una muestra. Otra lo es la actitud de los competidores para auxiliar al compañero accidentado. No importa el tiempo perdido, no importa la posición, hay que echar pie a tierra y atenderle. Basta a veces con una simple pregunta o un intercambio de material entre quienes sin hablar lengua común acaban por entenderse. En casos más graves es necesario avisar a la dirección para que proceda a la asistencia médica. Pero la prontitud no siempre salva la vida del accidentado. 

La solidaridad y el compañerismo de que hablo se extiende al 'bivouac', donde los corredores narran sus aventuras y desventuras haciendo grupo alrededor de un plato de macarrones. Hoy este campamento será un duro albergue de silencios y lamentos por la pérdida del compañero, para muchos desconocido, pero hermanado con todos como miembro del Dakar.

Este raid va mucho más allá de lo que puedan revelar mis palabras, si bien ahora queda en un segundo plano lo relacionado con la pura competición. Por encima de la carrera está la vida, como demuestran los deportistas a cada luctuosa ocasión. Pero el mejor homenaje a Jorge Martínez es que el Dakar continúe, tratando de reducir el peligro para los participantes, pero planteando de nuevo la lucha que ha hecho mítica esta cita del calendario del motor. A buen seguro ese era su objetivo, luchar para lograr su meta.

Quedan por delante 14 etapas en las que relucirá la belleza de los parajes de paso. Una paradisiaca embajada de la naturaleza menos explotada. Relucirá, del mismo modo, la competencia en grado extremo. Para el recuerdo, el encontronazo entre Miguel Prieto y Jean Louis Schlesser en 1999, coche con coche tocándose ante la inmensidad del desierto mauritano. O el duelo del pasado año, resuelto por centímetros, entre Nasser Al-Attiyah y Carlos Sainz, a quien echamos en falta esta temporada. Muy mal arranca esta edición con la muerte de Jorge Martínez Boero. Queda pedir que no haya más pérdidas por lamentar y podamos disfrutar de un Dakar en consonancia con la grandeza de su historia.

FOTOGRAFÍAS: www.abc.es y www.bmwblog.com

4 comentarios:

Daniel Ventura Herranz dijo...

Interesante entrada, Miguel.

Aunque te propongo una reflexión.

A mí no me gustan estas pruebas ni eso que se llama deporte y que consiste básicamente en que un tipo o varios se jueguen la vida montados en un coche, saltando con una cuerda de un barranco a otro o tirándose por un puente. Por eso no me gusta el Dakar, aunque reconozca lo que de meritorio tiene.

Desde luego, una muerte siempre es lamentable y el hecho de que se haya producido en la primera etapa añade quizás más dramatismo a la de Jorge Martínez, que tengo entendido que ya sufrió el año pasado un accidente. Pero, por otro lado, pienso: ¿no es la muerte de corredores la que aporta cierta grandeza a una carrera como ésta? ¿No son los caídos en su transcurso una especie de héroes mártires?

Lo digo sólo juzgando tu entrada, en la que se relacionan en varias ocasiones los términos "grandeza" y "muerte", "grandioso" y "arriesgado", etc.

Un abrazo.

Unknown dijo...

Efectivamente, Daniel, entiendo esta carrera-aventura (no soy el único) como una dicotomía desde su origen: la gloria y la muerte íntimamente ligadas. Pero no es que se alcance la gloria porque haya muerte. Los que amamos el Dakar sabemos que es suficientemente grande 'per se' sin necesidad de tragedias, pero cada accidente no hace sino incrementar su verdad. Y dar más mérito a las gestas de sus participantes.

¿Cuántas veces oímos hablar de "gestas" en ciertos deportes? Aquí han fallecido modestos y estrellas, con ayudantes o solitarios; otros han quedado inválidos. Golpes durísimos, muestras fehacientes de que un Dakar sí es una gesta real. Es de las pocas carreras en que llegar es ganar. Y sobrevivir.

Te hablo de gloria y no me refiero a ser el primero, meta reservada a no más de 10 pilotos por categoría y año. Me refiero a vencer tus propios límites. Esta cita es una auténtica lucha a tres bandas entre la naturaleza, la mecánica y la persona. Más aún del puesto 20 hacia atrás. Piensa que son 15 días, 14 etapas yendo al límite, con jornadas algunas de casi 1000 kilómetros (entre cronometrados y enlaces a velocidad legal).

Para muchos la etapa de hoy acaba dos horas antes de arrancar la de mañana, previa reparación de su vehículo. Se suceden las noches en vela enlazadas a recorridos maratonianos. Y hablamos también de la dificultad de ser de la partida: ten en cuenta que muchos de los que cada año corren se gastan una media de 60.000 euros entre inscripción, viajes, preparatorios, mecánica y demás. Dinero el cual proviene sólo parcialmente de patrocinadores. La norma común es que muchos anónimos paguen de su bolsillo una buena cifra.

Pero volviendo a la muerte esta jamás puede ser buena noticia. Los "dakarianos" si me permites la licencia de declararme tal, créeme que sentimos cada una de ellas. De hecho desde la dirección se lleva tiempo actuando para evitar mayores riesgos: reducción de motores para alcanzar menores velocidades; elaboración de recorridos menos tendentes a la velocidad y más a la navegación... Aún queda mucho por hacer en esta línea, pero los accidentes no podrán nunca ser evitados al 100%. Al igual que en una carretera común del día a día. Que Jorge Martínez Boero falleciese a los pocos kms. de carrera no puede ser más que una fatalidad. Otros accidentes, en cambio, sí son responsabilidad de la organización y ahí hay que decirlo claramente.

Que la de Jorge sea la última muerte del Dakar. Ojalá. No hablamos de mártires -término secular por fortuna casi extinto-, hablamos de personas con familia. El Dakar no necesita más tragedias para ser lo que es. Pero quería dejar claro que, entre glorias, grandezas y sueños cumplidos, la muerte existe. Esto es así de duro. Y yo lo escribo desde mi cómodo asiento. Quien ha estado podrá hablarte con más razón.

Gracias por tu aportación y perdóname mi extensión. Un abrazo.

Daniel Ventura Herranz dijo...

Escribes largo y detalloso, Miguel, pero no me parece que entres al fondo de lo que te proponía.

No es que se alcance la gloria porque haya muerte, dices. ¿Estás seguro? Yo no lo estoy en absoluto. Y sospecho que tú tampoco. ¿A qué tanta insistencia entonces en la "peligrosidad", el "riesgo" y un largo de términos semejantes?

Quizás mi incapacidad para comprender se debe a que yo no amo las cosas ni las carreras por etapas, sino a las personas. Quizás, como tú sí amas la carrera, estás incapacitado para comprender que incurres en una contradicción al lamentar la muerte de un señor y exaltar las condiciones en que esa muerte se ha producido. Una frase como "cada accidente no hace sino incrementar su verdad [de la carrera]" así lo revela. No veo cómo un accidente puede revelar la verdad de nada, y menos sí, como dices, lo que importa de la carrera no es la tragedia.

Dudo que eso sea cierto. Es más, afirmo que la tragedia es la esencia de esta carrera. La esencia indeclarada, a lo mejor, pero la esencia al fin y al cabo. ¿Por qué, si no, habría de ser sobrevivir la meta? Y lo de las gestas, es una muestra más del mal uso de las palabras que se hace desde el periodismo.

Las gestas las protagonizan héroes. Y los héroes son aquellos que ante circunstancias adversas que no han buscado hacen lo que creen que deben hacer, y salen con bien o no. Aquellos que buscan esas circunstancias adversas y disfrutan en ellas no son héroes, sino juguetones del riesgo. No digo que esté mal ni que esté bien. Sólo que yo no contribuiré a su hagiografía.

Un abrazo.

Unknown dijo...

No, por supuesto que quien voluntariamente se apunta a cualquier evento -por duro que este sea- no es un héroe. Son deportistas ejemplares en su sacrificio, eso siempre. No héroes, otro término tan extendido en el periodismo.

Creo que en cuanto a la esencia del Dakar no llegaremos a entendernos. Para mi su esencia no es la tragedia. Esta carrera es muy dura, de las más duras que puede haber -las hay más aún-. Y esa dureza es parte de su encanto. Pero la muerte jamás puede serlo, aunque sea algo inherente e innegable al Dakar. La belleza que me desprende, en cambio, no proviene de la tragedia. Su belleza son los paisajes, las maniobras de pilotaje, las estrategias. Quizá no aclaré del todo que la muerte de Martínez Boero, como la de otros pilotos sólo me hace valorar más a sus participantes. Saben que hay un riesgo cierto y aún así acuden a correr. Meritorio sí, heróico no.

El deporte es un ejercicio de sacrificio como sabes. Un ciclista, un atleta, un nadador... todos sufren. Y esta exigencia embellece aún más su práctica. Sin necesidad de muertes, que también las hay. Hablando de motor -que para algunos no es deporte- también me apasionan las 24 Horas de Le Mans o la F-1 y no hay ese grado de fallecimientos. Son dos clases diferentes de belleza. Pero belleza, al fin y al cabo.

El Dakar no vive de la muerte, vive de su planteamiento, de su identidad propia. Y por mí que se redujese la velocidad media de la carrera si eso sirve para mayor seguridad, de hecho pienso que es el futuro. Confío haberte aclarado mi postura.

Gracias por compartir tus reflexiones.

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