miércoles, 11 de enero de 2012

¿Cuanto más mejor?


Hoy se ha presentado el recorrido de la próxima Vuelta a España. Unos dicen que es un perfil a lo grande. Para mí, es un perfil exagerado. En cantidad y en planteamiento. De las 21 etapas, diez acabarán en alto, siete de ellas en puerto de montaña y otras tres en repecho. Edición hecha cuesta arriba y sobre el papel espectacular, pero que requiere de una visión más allá de la fría estadística. 

Vaya por delante mi general agradecimiento a Unipublic. Con sus fallos yo considero a esta empresa el motor de La Vuelta. En especial al recordado D. Enrique Franco, antiguo director de la carrera, a cuyo mérito debemos indicar la modernización de nuestra gran carrera ciclista. Filosofía de etapas nerviosas, con variantes, con sorpresas. Con, importante esto, opción a lo inesperado. Y una apertura de horizontes y nuevos retos que hoy continúa. Bajo su mandato hizo crecer el nombre de la ronda nacional, dando paso a las propuestas de recorridos de aficionados y profesionales. De aquí nacieron el Angliru, la Pandera, la Covatilla, el Xorret del Catí... Un mundo más allá de los históricos Cerler, Abantos, Pla de Beret, no eliminados, pero sí superados. 

La Unipublic de hoy sigue abriendo frentes con buen criterio. Nos regaló la preciosa subida a Ancares de la pasada temporada; la Bola del Mundo -sueño de D. Enrique- el ya temido Cuitu Negro que epiloga este año al puerto de Pajares. También nos regaló un emocionante regreso al País Vasco. Que nadie le reste un mérito al equipo de Javier Guillén. Pero no creo que hayan dado en el clavo en 2012. La montaña, a pesar de algunas voces, no es cuanta más, mejor. Teniendo en cuenta que los finales en alto, tan necesarios como espectaculares, suelen pertenecer a un reducido número de corredores, echo en falta otro tipo de montaña; la abierta a la incógnita. Restando la dupla asturiana -realmente bien preparada- y la tradicional y nerviosa etapa de la sierra madrileña, a la montaña le falta opción a la opción. Entiéndase: opción a la sorpresa lejana, a la emboscada a 80 kms. de meta. Apuesto por varios finales a resolver cerca de la llegada. Con siete etapas de montaña, la organización debe siempre ampliar sus miras. Lo mucho cansa.  

No es una mala Vuelta, pero a mí, sobre el papel no me parece una gran Vuelta. Dicho esto, la carrera será tan grande cuanto lo quieran sus participantes, pero este exceso montañero bien pareciera una respuesta a un Tour enfocado a los contrarrelojistas. Un caramelo para los escaladores con un nombre de fondo mil veces soñado por la empresa: Alberto Contador. Y otro para quien parece haber varias etapas reservadas: Alejandro Valverde. 

Esclavo de mis palabras, -parafraseando a William Shakespeare- puede que en septiembre algún lector avezado me haga ver el error de mi exposición. Sería una buena señal de espectáculo. 

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