miércoles, 21 de noviembre de 2012

En apoyo de un equipo

Alex Corretja, capitán de equipo, consuela a Nico Almagro / EFE
La derrota en una final es un buen escenario para poner en valor los logros previos. No hay champán con que salpicar el objetivo ni música con que entorpecer el mensaje. Para el perdedor sí hay, en cambio, un punto de crueldad deportiva y otro de tensión. Pero caer en una final significa, pura obviedad, haber llegado a la misma. De finales, más ganadas que perdidas, sabe mucho el equipo español de Copa Davis. En la edición número 100 del histórico torneo de tenis la victoria se quedó en la red local. En la República Checa. Una dupla brillante, Thomas Berdych-Radek Stepanek, venció al combinado hispano y alzó la "ensaladera" (así se conoce al trofeo) en casa. La derrota, con punto de polémica por alguna inoportuna declaración y posterior discusión interna, me da mayor firmeza para construir un alegato en apoyo del equipo español.

Quinto partido, el que cierra la final, el que da o quita champán y música. A Nicolás Almagro se le encoge el brazo. Su juego directo se pierde entre sus nervios y entre la efectividad de un gran rival. Conviene decir, segunda obviedad, que Almagro no juega él sólo, pese a lo que parecen mostrar tantas visiones unifocales del partido. El murciano reacciona en el tercer set. Atisbo de remontada, pero no. Partido para Stepanek, mejor, más preciso y menos nervioso. La Davis, para la República Checa. Este año al equipo español le toca ser testigo y no protagonista de la fiesta, como sí sucedió en 2009. Entonces, hoy vencedor y vencido cambiaron papeles y la música sonó en España, para España. Pero no fue en 2009, sino en 2000 cuando arrancó todo: Ante un Palau Sant Jordi a reventar, el equipo de Juan Carlos Ferrero -retirado con merecido honor este año-, Albert Costa, Alex Corretja -hoy capitán de equipo- y Joan Balcells entró aquel 10 de diciembre en la historia del deporte nacional. Primera victoria en la Copa Davis; una larga espera de 89 años que tocaba a su fin.

Ferrero fue el artífice aquel día del punto decisivo. Un paralelo, una victoria, y una pila de hombres sobre él. Esa heterodoxa melé humana se repetiría hasta en cuatro ocasiones más (2004, 2008, 2009 y 2011). Cambiaron los actores, protagonistas y secundarios, cambió el escenario, pero reinó el mismo espíritu de grupo. Desde 2008, el dominio se hace autoridad: cuatro finales y tres títulos que sumar a los de 2000 en Barcelona y 2004 en Sevilla. Etapa de reinado individual de Rafael Nadal pese a su constante parar y arrancar por lesiones. Tras él y ante sus ausencias, un largo grupo de jugadores que supieron aceptar la responsabilidad en los momentos precisos: David Ferrer, Feliciano López, Fernando Verdasco, Nicolás Almagro...

David Ferrer dominó con autoridad sus dos partidos / EFE
A Praga, capital checa, no llegó este fin de semana Rafael Nadal, como tampoco llegó a Mar del Plata (Argentina) en 2008. Sí estuvo David Ferrer, al mejor nivel de su carrera tras un 2012 espectacular. Sólo ahora se ha reconocido la calidad del tenista alicantino. Con él, Nicolás Almagro, en constante crecimiento. Y una convincente pareja de dobles, ese punto tan temido en España: Marcel Granollers-Marc López, héroes recientes. Su brillante victoria en la Copa de Maestros en dobles (segunda española en la historia), daba confianza de cara a la Davis. Enfrente de los cuatro, una dupla gigante para jugarlo todo, como siempre hacen: Berdych-Stepanek. Sin su presencia, el nivel checo baja sensiblemente.

Era, a priori, un duelo cuatro contra dos. Pero en la Copa Davis todo cuenta. Pista rápida, afición caliente, refuerzos para el equipo local. El desenlace es conocido: David Ferrer ganó sus dos partidos con absoluta solvencia. Nuestro doble se vio superado por la incansable dupla local. Nico Almagro rozó un triunfo clave el viernes y se vino abajo el domingo. Merecida victoria para la República Checa, la mejor pareja esta temporada.

De una derrota como la sufrida en Praga se contarían leyendas de haber sucedido en los años 80 y 90. Un pasado convertido en leyenda y un presente tenido por insuficiente. Canción habitual, no sólo en el deporte. Cierto que a valorar lo logrado no ayuda el sabor a victoria de esta década. Pero sin título, ni música ni champán, España ha vuelto a demostrar esta temporada, en la ausencia de su líder, el dominio de un bloque. La clave del éxito pasado, presente y futuro.

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