
Albert Rocas mandó el balón al poste y en el siguiente ataque Lovro Sprem sentenció el partido a segundos del final. Es la última línea de una derrota, la de España frente a Croacia en el Mundial de Balonmano, que, revestida previamente con la sospecha, supo muy dulce por su honesto desarrollo.
Ambas selecciones se encontraban en el último partido de su grupo. Ya clasificadas las dos, ganar suponía, tanto a España como a Croacia, entrar en los cruces finales por el mismo lado que Francia y Dinamarca, los dos nombres más temidos del campeonato. El camino más duro hacia la final a priori. En cambio perder (incluso empatar en el caso de Croacia) les clasificaba como segundos de
grupo, destino a un cuadro notablemente difícil, especialmente...