España se vio absolutamente superada por Rumanía. Imagen: APP |
Percutía Rumanía y en cada ataque hacía retroceder tres metros a la defensa española. Una perfecta metáfora de nuestro rugby XV: retroceder a base de cabezazos, de los rivales y de los directivos. Cabezazos que poco a poco nos retrotraen a viejos gestos de desesperación que creíamos superados. Languidece en 2013 una selección que un año atrás vivió los momentos más brillantes de su época moderna.
La derrota estadísticamente no es sino una más en la vasta lista de decepciones contra el XV del Roble. Apenas dos veces los rumanos se han visto superados por España en 29 enfrentamientos. La última, casualmente, el año pasado. Eran tiempos mejores... Pero como este no es un espacio basado en el resultadismo, ni aquella victoria fue vista como una mera victoria puntual, ni esta derrota es sólo lo que refleja el marcador. 15-25 como mal menor, maquillaje que enmascara una imagen desoladora. Anulados en ataque -salvo dos acciones contadas- y en defensa ante un rival que no mostró ser mejor que años atrás.
España ha perdido el rumbo (también) en esta parte del amplio deporte que es el rugby. Vaya por delante que aplaudo la actuación de la nueva federación nacional en su apuesta por la cantera y su puesta en valor del deporte femenino. Pero guste o no, el altavoz del rugby lo tiene hoy la versión del XV masculino, y ahí no caben palabras de felicitación. Se deshizo un proyecto que por encima de imperfecciones generaba ilusión, peso mediático, afición creciente... motores de progreso para una disciplina aún minoritaria al sur de los Pirineos.
Hubo dos grandes fases de demolición de este esperanzador camino: primero la salida del seleccionador Regis Sonnes, previo ofrecimiento de un contrato hecho a medida para que no aceptase. Posteriormente el espectáculo estrella de la nueva cúpula directiva de nuestro rugby, la expulsión de los jugadores hispanofranceses mediante unas formas impropias de un estamento federativo. Una suerte de amenaza culminada en sanción internacional a españoles que un día decidieron serlo por incuestionable compromiso personal. A los autores de "23-F: el rugby toma Gijón" (lamentable titular de la previa de este partido) se les suma el publicar un comunicado desprestigiando y cuestionando el compromiso de estos jugadores. ¿Por qué lo hicieron? Cuesta comprenderlo. Nuestros rivales también se lo preguntan.
Instante del partido Bélgica-España del pasado día 9. Imagen: marca.com |
Turbulentas bases para una nueva etapa del rugby patrio con el foco en el próximo el Mundial de 2015, cuya clasificación se juega entre 2013 y 2014. A la cabeza, Bryce Bevin, el seleccionador que inició el camino hacia el único Mundial jugado por España, en 1999. Conocedor del panorama nacional, prometió opciones para repetir hazaña. Mientras tanto, la Federación no se escondía en anunciar como objetivo suyo ir al Mundial de 2019 (Japón). Extraño choque de planteamiento y, especialmente, extraña decisión organizativa la de apostar ¿todo? por jugar un Mundial que por horarios en España no verían más que los forofos. ¿De verdad el rugby tiene fuerza de convocatoria social pongamos un miércoles a las 9 de la mañana para un potencial España-Tonga? ¿Puede ser ese el objetivo prioritario por encima de un Mundial en Inglaterra de más fácil acceso y seguimiento?
Se repudió a "ese equipo alquilado de 2012", en palabras del Director Técnico de la FER a la Revista Veintidós. Y se apostó por algo que nadie sabe muy bien qué es. En Gijón, el sábado, de los 23 jugadores convocados, 11 no habían nacido en España. No lo critico, su compromiso es tan respetable como el de los aquí nacidos. No obstante, resulta curioso cómo quienes atacaban rabiosamente la "Francia C" de Regis Sonnes hoy callen a este respecto. Tampoco parece una apuesta integral de futuro mirando el 2019: cuesta explicar la presencia de algunos jugadores que ya no cumplirán 33 años y que quizá no mejoren el nivel de jóvenes "de aquí" (si se me permite utilizar ese lenguaje). Por último se prescindió de los mentados hispanofranceses en favor [sic] de un bloque estable que no obligase a negociar con los clubes en cada convocatoria. Ese bloque, paradójicamente, se nutre de los jugadores de Rugby VII que por su presencia en las Series Mundiales de esa disciplina no están disponibles en bastantes ocasiones para el XV.
El futuro pinta si no negro, sí gris oscuro como el cielo de esa preciosa embajadora que fue Gijón. Posiblemente la respuesta de la ciudad asturiana, pasional, respetuosa e ilusionante para el futuro, fue de lo poco bueno que podemos sonsacar. Tras caer con honor en Rusia, pero perder al fin y al cabo, aceptar por bueno un empate decepcionante en la forma ante la pujante Bélgica y ser avasallados por Rumanía, España es hoy colista del 6 Naciones B. Y lo peor, sin una imagen de juego que permita ilusiones. Se compite sin saber muy bien cómo, sin unas rutinas que tiempo atrás si teníamos y sufriendo en defensa como no se veía en años. Hoy por hoy, parece poco apropiado mirar al Mundial. Pese a estar aún a dos puntos del tercer puesto (Portugal) que llevaría a la repesca.
En marzo viajamos a Georgia y recibimos, precisamente, a Portugal. A priori todo lo positivo que se logre en Tiflis -me sigue sonando raro este nombre- será una sorpresa. En cambio no sacar réditos contra los lusos puede condenarnos definitivamente a luchar sólo por no descender a la tercera categoría del rugby europeo. La otra opción es sencilla: rectificar y recuperar, ya para 2014, a aquellos jugadores que tanto nos han dado recientemente y que hoy están expulsados. Es lo necesario y lo que muchos pedimos.
La España de jugadores hábiles y creativos, ataca hoy a cabezazo limpio. Contra el progreso.