Albert Rocas mandó el balón al poste y en el siguiente ataque Lovro Sprem sentenció el partido a segundos del final. Es la última línea de una derrota, la de España frente a Croacia en el Mundial de Balonmano, que, revestida previamente con la sospecha, supo muy dulce por su honesto desarrollo.
Ambas selecciones se encontraban en el último partido de su grupo. Ya clasificadas las dos, ganar suponía, tanto a España como a Croacia, entrar en los cruces finales por el mismo lado que Francia y Dinamarca, los dos nombres más temidos del campeonato. El camino más duro hacia la final a priori. En cambio perder (incluso empatar en el caso de Croacia) les clasificaba como segundos de
grupo, destino a un cuadro notablemente difícil, especialmente en los potenciales cruces de octavos y cuartos de final, pero sin los dos países anteriormente citados. Se diría el "lado menos malo" hablando ese "dialecto político" que tanto abunda hoy.
Las posibles dudas, quien las tuviera, se disiparon pronto: comenzó el partido con la imagen de Víctor Tomás lanzándose al suelo para recuperar un balón que nada habría de significar 60 minutos después. A rebosar la Caja Mágica -precioso el ambiente allí vivido ayer- y muchos ojos internacionales pendientes del gran duelo. La intensidad del encuentro quedó fuera de toda duda desde primera hora, con dos selecciones jugando a ganar. Únicamente varios fallos ante un equipo tan potente como el croata condenaron a España a la derrota. Que para muchos no es una condena. En el intercambio de goles hubo también intercambio de golpes. Nada de guante blanco ni concesiones premeditadas al rival. Ganó, sencillamente, quien no falló o falló menos al final.
Ahí acabaría una teoría, la de la pretendida derrota, que no debió surgir. Pero lo hizo, gracias (irónicas) a algunos medios de comunicación, aficionados e incluso -asunto que me parece singularmente grave- al telediario del ente público que emite el Mundial en nuestro país: Televisión Española. En ellos se planteó la posible idoneidad de una dulce derrota. Qué imagen tan triste; doblemente triste, si cabe, por el hecho de ser anfitriones del torneo. Como ya conocerán los lectores, este es un tema que me resulta desagradable. Afortunadamente primó la honestidad. Albert Rocas lanzó al poste y Lovro Sprem sentenció. Perdimos, sí, honestamente. Todos contentos, ¿no? Y aún habrá quien calcule si el lanzamiento al poste fue premeditado...